sábado, 5 de julio de 2008

Funny games


Tras unos cuantos meses dedicado a menesteres menos gratos y quizás menos fructíferos que, por ejemplo, escribir articulillos, he decidido pegarle el tiro de gracia a mi blog anterior (El Freaknéfilo) y abrir uno nuevo en este espacio cibernético: El cubil del freak. Como saben quienes leyeran mis febriles opiniones, en El Freaknéfilo me dedicaba a escribir acerca de cine, pero en este nuevo blog que comienza su andadura voy a tratar otros temas, si bien, dada mi afición, seguiré dedicando más de una línea a lo de las películas. De hecho, voy a comenzar hablando de mi visita, ayer, a los Renoirini, a ver Funny games, la nueva película de Michael Haneke, uno de mis directores europeos favoritos.

La versión anterior de esta película, de nacionalidad alemana, no se estrenó en nuestra ciudad, como viene siendo habitual. Quizás debido a la Expo y otros eventos carpetovetónicos de esos que, de golpe y plumazo, nos colocan a la vanguardia de las ciudades europeas, nos empieza a dar vergüenza lo de quedarnos a la cola y a partir de ahora vamos estrenando todo aquello que suele ofertarse en otras ciudades de nuestra amplia geografía. Pero, ¡no nos pongamos nerviosos! Poco a poco… De hecho, estuve disfrutando de esta genialidad de Haneke junto a, tan solo, una señora (y que no se llame nadie a engaño ni a perversa interpretación de lo que acabo de escribir). Al siguiente pase, mientras departía con mi amigo Sergio, acudieron los habituales de siempre (claro, quizás el resto de la ciudadanía se encontraba en lo de la Expo, aplaudiendo tomadurillas capilares como El hombre vertiente). Sí, ya sé que me dirán que la película de Haneke es prácticamente idéntica a su original alemán, pero, a pesar de ello, me sigue pareciendo mucho más innovadora y estimulante que lo que mis estupefactos ojos contemplaron en la tan cacareada exposición. ¿Todavía nadie se ha dado cuenta de la similitud que existe entre algunos de los extraños pabellones y ciertos barracones de feria? Por momentos, lo de la Expo me recordaba a una vieja atracción que había en el Tibidabo bautizada con el jugoso nombre de Tontilandia (no sé si la conocen) o la singular Casa Magnética de nuestro parque de atracciones. ¿Y qué me dicen de esa trasnochada burla dadaísta que te venden como espectáculo del Pabellón de la Sed? Y quizás sería mejor obviar lo de las Aguas Extremas, nombre de escatológicas resonancias para intento frustrado de emular el Imax o incluso el portaventurístico Sea Odyssey.

Lo dicho, yo me quedo con Haneke y sus ganas de ofender y provocar, de cuestionar y de reflexionar sobre la violencia como espectáculo a partir de los manidos códigos del mismo. Su Funny games U.S. es un perfecto film de horror extremo construido a partir de un previo e inteligente proceso deconstructivo. Quienes descubráis a Haneke tras esta su última película, no dudéis en recuperar títulos clave como Benny’s video, Código desconocido, La pianista o Caché. Mientras tanto, los mismos tontos de siempre, pues sé de buena tinta que lo están intentando, que aboguen por que retiren de cartel, dado que ha herido su sensibilidad (y no hay sensibilidad que valga más que la de ellos), la película de Haneke. Ya se sabe que los que gustamos de “pelis” violentas carecemos de humanidad, cultura y sentido de la estética, aunque quizás hagamos todo lo posible por satisfacer a ese compañero que tenemos al lado en vez de joderlo buscando nuestro beneficio personal. Existen muchos tipos de violencia, en ocasiones muy sutiles, pero hay quienes siguen y seguirán ciegos, encerrados en sí mismos, aunque siempre vivirán con la inquietud de que en cualquier momento alguien se vengue de sus ardides, penetrando despiadadamente en sus cómodos hogares.

1 comentario:

Unknown dijo...

Oye... ¿por qué no le dedicas un post a "Antes de que el diablo sepa que has muerto"? Estáría bien leerlo. :)
Te lo digo aquí porque no sé por qué relaciono las dos películas, aunque no creo que tengan nada que ver.