martes, 29 de julio de 2008

Mientras la ciudad duerme


Las vacaciones estivales están plagadas de esos lánguidos momentos en los que la mayoría de españoles tienen a bien echar la siesta. No me incluyo en tan selecto grupo en tanto en cuanto no soy muy dado al dormir, prefiero más la vigilia. Así las cosas, quienes no tenemos a bien viajar al paraíso de Orfeo, hemos de ingeniárnoslas para disfrutar de esas horas mágicas en las que, quizás debido al intenso calor, el común de los mortales se entrega al sueño. La lectura es una posibilidad, pero tengo que confesar (aunque sin arrepentimiento) que, durante la vacaciones peñiscolanas, me dediqué a atormentar zombies, entre otras cosas. Qué se le va a hacer, el videojuego es una maravillosa realidad paralela que me satisface más que el amodorramiento siesteril. Mi Xbox 360 (que la Play3 todavía está muy cara) es mi fiel compañera de viaje. Debido a mi afición por los muertos vivientes decidí comprarla: Dead rising, juego exclusivo del aparatito de Microsoft, es puro George Romero, aunque en la portada del juego, por evitar demandas, insistan en el hecho de que nada tiene que ver con Dawn of the dead (ja, ja, ja). Lo de estar en un centro comercial infestado (literalmente) de cadáveres andantes con una motosierra entre las manos es una maravillosa experiencia videojueguil que recomiendo fervientemente a todos los que seáis aficionados a este tipo de inmorales pasatiempos. Personalmente, sigo quedándome con la magistral saga de Resident evil, pero Dead rising ha sido todo un descubriendo y, aunque el juego tenga mucha más antigüedad que el reciente Alone in the dark (como la mítica primera parte, ninguna), supera con creces a éste. Lo más sorprendente de Dead rising es la incontable cantidad de personajes que aparecen en pantalla al mismo tiempo. Lo de internarse en el aparcamiento del centro comercial con una moto y tener que huir a pie, acechados por cientos de criaturas infernales, es uno de esos momentos que pone de los nervios a cualquiera (y eso que yo ya estoy curtido en lo del “survival horror”).

La única pega es que el juego, a fecha de hoy, es difícil de adquirir, aunque, si lo encontráis por fortuna en alguna tienda, os costará baratillo. ¡Una reedición ya de esta pequeña obra maestra!

A Roma no me puedo llevar la Xbox 360, pero en mi maleta ya ocupa un puesto de honor la popular novela de Manuel Loureiro: Apocalipsis Z. Seguro que durante esas horas de asueto, en el frescor del hotel, mientras la ciudad duerme, los zombies del escritor gallego amenizan mi velada. Ya lo dijo Poe: “Quien sueña de día conoce cosas que desconoce quien tan solo sueña de noche”.

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